Una ciudad con tanta historia como Madrid tenía que contar con algunas tabernas y restaurantes centenarios. Igualmente, algunos comercios, instituciones y empresas de servicios han cumplido ya los cien años.
En estas tabernas y restaurantes se suele conservar la ambientación tradicional por ser su patrimonio más valioso. Y, cómo no, se mantienen las recetas de entonces, heredadas de unas generaciones a otras.
En algunos casos es difícil precisar su fecha de origen, y pueden darse algunas controversias sobre la mayor o menor antigüedad de estos negocios. Pero siempre se trata de establecimientos con mucho recorrido que han sido parte del devenir histórico de la ciudad.
Tabernas y restaurantes centenarios más antiguos
La Posada de la Villa comenzó como alojamiento en 1642 en la Cava Baja, donde estaba el único molino de harina de Madrid. Los viajeros que llegaban a la ciudad encontraban aquí cama y comida. Desde entonces el negocio ha pasado por distintas vicisitudes y largos periodos de inactividad. Ahora es un gran mesón castellano con platos clásicos como los asados, la gallina en pepitoria o el cocido madrileño.
Fundada en 1702 en el antiguo pueblo de Fuencarral, hoy parte del municipio de Madrid, Casa Pedro fue fonda y casa de comidas que atendía a los viajeros procedentes del camino de Francia. Su carta actual mantiene platos muy clásicos, como el conejo al ajillo, el jarrete de cordero y otros guisos caseros.
El Restaurante Botín aparece en el Guiness de los Records como el más antiguo del mundo, lo cual es a menudo discutido por otros dueños de locales. Lo que sabemos es que se fundó en 1725 y que por sus salones pasaron algunos literatos que quisieron dejar constancia de ello, como Pérez Galdós, Hemingway, Arturo Barea, Gómez de la Serna. A Botín se suele ir a comer cochinillo o cordero asados al estilo castellano en un horno de leña auténtico de la época de la fundación del local.
Fundada en 1787 o antes, la Taberna Antonio Sánchez se autodenomina la taberna más antigua de Madrid. Se ubica en el barrio de Lavapiés, en el mismo edifico de sus orígenes, y por aquí han pasado escritores, toreros y artistas de varias generaciones. Hoy su carta combina recetas muy tradicionales con platos más modernos.
Fundados en el siglo XIX
Casa Alberto se ubica en el mismo edificio donde se dice que vivió Miguel de Cervantes, en la calle Huertas. Fundada en 1827, conserva buena parte de sus elementos más antiguos, como una barra muy señorial con su mostrador de estaño. Sus paredes están decoradas con fotos de personajes ilustres que pasaron por aquí. Entre sus platos clásicos están las manitas de cerdo, el rabo de toro, los caracoles y los callos a la madrileña.
La Cruzada también se autodenomina la taberna más antigua de Madrid por haber sido fundada en 1827 en el barrio de los Austrias. Recientemente se han mudado a un local en las Vistillas. Entre sus platos es clásico su cocido madrileño, por el que ha ganado algún premio gastronómico.
Lhardy abrió su establecimiento en la Carrera de San Jerónimo en 1839 para traer un poco de refinamiento culinario a los vecinos de Madrid. El local conserva su ambiente aristocrático del siglo XIX con algunos elementos originales de su fundación y la tradición de un servicio impecable. Su carta ofrece platos derivados de la tradición francesa junto con algunos clásicos madrileños, como el cocido y los callos.
Casa Labra se inauguró en 1860 y fue el lugar donde, diecinueve años después, se fundó el PSOE. Situada junto a la Puerta del Sol, su carta ofrece variedad de platos pero lo que distingue a esta casa de otras es su especialidad en bacalao rebozado y croquetas de bacalao, que se piden en un mostrador al lado de la barra.
Bodegas Ricla fue fundada en 1867 en la calle Cuchilleros, justo enfrente de Botín, con el nombre del pueblo aragonés de sus fundadores. Se dice que durante la Guerra Civil su cueva fue usada por los vecinos como refugio antibombas. En su pequeño local es típico pasar a tomar un vermú o un chato de vino. El plato más popular en Bodegas Ricla son los callos a la madrileña.
El restaurante La Bola abrió en 1870 en el Madrid de los Austrias, en el mismo local donde hoy sigue ofreciendo su cocido madrileño cocinado a fuego lento en pucheros individuales sobre brasas de carbón de encina. Su local de apariencia decimonónica es visitado diariamente por vecinos y visitantes extranjeros, que buscan experiencias auténticas.
Tabernas y restaurantes centenarios con mucha historia
De 1888 es el Café Gijón, convertido en uno de los lugares preferidos por intelectuales, toreros y artistas para celebrar sus tertulias. Todavía hoy en sus salones se entrega el premio anual de novela “Café Gijón”, fundado por Fernando Fernán Gómez. Hoy al Gijón se va a comer, pero también desayunar o merendar, en el local o en su terraza.
Situado en un rincón de la plaza Mayor, Los Galayos es una de esas tabernas y restaurantes centenarios que nunca han dejado de ser frecuentadas por los vecinos, ni siquiera en estos tiempos de auge turístico. Fundado en 1894, conserva una barra de madera tallada a mano en el siglo XIX. Su menú es puramente castellano, con platos como el cochinillo asado, cocido, callos a la madrileña o estofado de rabo de toro.
Bodega de La Ardosa es una taberna muy clásica, fundada en 1892, donde tomar una cerveza checa bien tirada, un vermut y unas tapas ricas como tortilla y croquetas o latas de conservas. La apariencia de su fachada es la de las tabernas típicas del siglo XIX, con sus colores rojos, y en el interior conserva elementos originales, como sus azulejos.
El local de Malacatín es pequeño, familiar y con mucho sabor castizo, como que está en las inmediaciones del Rastro desde 1895. Especialista en cocina tradicional madrileña, su producto estrella es el cocido madrileño, uno de los más buscados de la ciudad y ganador de varios premios gastronómicos. El sabor de su sopa es de los que se recuerdan durante horas y los vuelcos de garbanzos y carnes son una fiesta para el estómago.
El local de Casa Ciriaco data de 1897, cuando era un almacén de vinos, pero el negocio toma su nombre actual tres décadas más tarde. Por sus mesas han pasado varias generaciones y sus tertulias las han frecuentado escritores, deportistas, toreros o políticos. Su estilo es clásico, con camareros vestidos de chaquetilla blanca y pajarita. Entre sus especialidades están los callos y la gallina en pepitoria.
A partir del siglo XX
La Cervecería Alemana abrió su negocio en 1904 en la plaza de Santa Ana, foro principal del barrio de las Letras. Su salón conserva el sabor de los locales centenarios, con mesas de mármol y sillas de madera. Aquí se viene sobre todo a beber cañas de cervezas y comer algunas raciones de toda la vida: ensaladilla, bacalao rebozado, gambas o croquetas de jamón. Por la tarde se convierte en un lugar tranquilo para el café.
Fundada en 1906, la Casa del Abuelo es conocida en las inmediaciones de la Puerta del Sol por su vino dulce y sus gambas a la plancha, al ajillo o con gabardina, aunque sirve otras tapas típicas de aquí. Resulta especialmente vistoso su espejo con los platos principales de su carta. Disponen además de otros cinco locales en la capital.
La taberna La Dolores fue fundada en 1908, en pleno barrio de las Letras, como casa de comidas. Hoy es uno de los lugares más populares para tomar el aperitivo por su cerveza bien tirada y sus encurtidos, pinchos y montaditos fríos. Llaman la atención su fachada de azulejos y sus fotos enmarcadas en el interior.
Desde 1909 El Anciano Rey de los Vinos se encuentra en pleno Madrid de los Austrias, frente a la Catedral de la Almudena. Es ya clásico servir aquí su tradicional vino con una galletita y oblea dulce. Además, es buen sitio para tomar canapés y otras tapas y raciones. Disponen de una gran barra con salón y de una terraza muy frecuentada en cuanto sale un poco el sol.
La Taberna de Ángel Sierra es un regalo para la vista por cómo conserva la decoración hasta los techos y su ambiente de mesón tradicional. Fundada en 1917 en la plaza de Chueca, mantiene su barra de madera labrada y estaño y su pequeño salón al fondo, donde se pide vermut de grifo, latas de conservas, canapés y montados.
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